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A la Sagrada Majestad de la VERDAD

Thomas Taylor

lunes, 29 de diciembre de 2008

Universidad Teosófica Internacional


Foto: Uno de los Edificios de la Banaras Hindu University en India.

Una Universidad Teosófica ha sido un sueño no realizado desde los mismos inicios de la Sociedad Teosófica. Aunque Annie Besant y otros teósofos ayudaron en la fundación de la Universidad de Benarés (ver foto arriba), reconociéndose su papel en el establecimiento de la misma, no se reconoce propiamente como una Universidad Teosófica. La idea siguió madurándose y el tiempo siguió pasando, como vemos con el escrito que vamos a leer a continuación publicado por 1926, sin embargo tampoco se pudo concretar. A la muerte de A. Besant, George Arundale promovió la Besant Memorial School que tenía como objetivo convertirse en la base de una futura universidad teosófica, pero tampoco logró hacerse realidad. Por el lado de la Sociedad Teosófica de Pasadena surgida tras la secesión de W. Q. Judge, luego administrada por Katherine Tingley, hubo una experiencia muy interesante con la School for the Revival of the Lost Mysteries of Antiquity, los colegios Raja Yoga y la Theosophical University que lastimosamente no alcanzó a superar los coletazos de la gran depresión, llegando hasta principios de los años 40, pero sin embargo constituye la única experiencia real con la denominación de Universidad Teosófica y que logró graduar importantes personajes para la teosofía.

UNIVERSIDAD TEOSÓFICA INTERNACIONAL
Declaración de Principios

Revista El Mensaje 1926, Uruguay

La Universidad Teosófica Internacional se establece para coordinar las actividades teosóficas en el campo de la educación ya existentes en distintas regiones del mundo, y para impregnar profundamente todo el terreno educacional de las grandes verdades de la evolución, manifiestas en las tres fuerzas vitales de energía que son la Voluntad, la Sabiduría y el Amor – Actividad. La Universidad sostiene como verdad básica y fundamental la Unidad y Fraternidad de tota Vida dentro de la Divinidad, que a todos alcanza. Por lo tanto los cursos graduados de estudios, comenzando por los que se dedican a la más tierna juventud, no se propondrán tan sólo dar a conocer a los estudiantes la naturaleza de las variadas series de fenómenos que constituyen los mundos internos y externos y sus movimientos regidos por las Leyes de la Naturaleza, sino muy especialmente que en cada etapa sean reconocidos dichos fenómenos como expresiones diversas de la Divina Vida Única Manifestada, como formas del gradual proceso de crecimiento que conduce de la Divinidad inconsciente a la auto-consciente.
Las Artes y las Ciencias, de cualquier clase que sean, se estudiarán como expresiones de la vida evolucionante. Los diferentes reinos de la Naturaleza – desde el sub- humano hasta el sobrehumano- serán estudiados, hasta donde los conocimientos lo permitan, no meramente como universos distintos, sino también como peldaños de la gran escala de la evolución, considerando cada uno de esos reinos como hermano de todos los demás, y reconociendo esta fraternidad, con su implícito imperativo de mutuos deberes y derechos, como el concepto vital para su plena comprensión y para la práctica entre unos y otros, de relaciones armónicas y constructivas. Todo estudiante – joven o viejo – aprenderá de este modo a darse cuenta perfecta de que nada cuanto es externo a él deja de estar relacionado con él, al menos en cuanto que participa de la misma vida animadora; y de este hecho habrán de dimanar las leyes de conducta, de auto-expresión y de dominio propio que lo rijan, para que la vida que en él vibra se relacione siempre armoniosamente con la vida que lo rodea, y para que ningún acto, idea, sentimiento o palabra quiebre o altere jamás esa unidad de cuyo mantenimiento depende todo progreso real.
Habrá de comprender a fondo el estudiante la suprema verdad de que nada ni nadie crece por sí solo, y de que su propio crecimiento, con su paz y dicha consiguientes se mide precisamente tanto por la amplitud e intensidad con que procura ayudar al crecimiento de cuanto lo rodea en todos los distintos reinos de la naturaleza, como por los esfuerzos que realiza encaminados a sus propios fines de avance personal. Deberá hacer para la vida que lo circunda lo mismo que, en pro de su desarrollo individual, haría para sí.
He aquí algunas verdades básicas sobre las cuales se establecerá el estudio del reino humano, que es de primordial interés para la Universidad, puesto que a él pertenecen sus estudiantes:
1- La justicia perfecta, y por lo tanto el perfecto amor al mundo. La naturaleza y expresión de esta justicia como Voluntad de la Divinidad se estudiará según se manifiesta en todos y cada uno de los detalles de la evolución.
2- Existe un gran sendero evolutivo que conduce de la Divinidad inconsciente a la auto-consciente, por medio de cinco grandes etapas en todos los reinos de la naturaleza: Auto-descubrimiento, auto-expresión, sacrificio propio, renuncia a sí mismo, y realización de sí. Se estudiará la naturaleza de este sendero según se manifiesta en los reinos de la naturaleza, y especialmente en el reino humano.
3- Existe una gran Fraternidad de las Religiones en el seno de una esencial Religión Universal.
4- Existe una gran Fraternidad de las naciones y pueblos del mundo entero, que expresa y completa la esencial Fraternidad de la Humanidad, siendo ésta a su vez una parte de otra Fraternidad más amplia –hoy en día lamentablemente ignorada- que incluye los reinos subhumanos, cuya participación en la gran familia es con excesiva frecuencia negada, con grave perjuicio de todos, y que incluye también los reinos supra-humanos, poblados por aquellos que han avanzado más allá de donde alcanzan sus hermanos humanos a lo largo del amplio sendero evolutivo.
El reconocimiento de esta gran Fraternidad de las naciones y pueblos del mundo implicará la aceptación de una ciudadanía mundial, la participación en una religión mundial, más allá y por encima de la ciudadanía de una nación particular y de la sumisión de una creencia individual, a las cuales aquellos más amplios conceptos se sobreponen, dominan y completan. Todos somos hijos del Supremo y Único Padre, cualquiera que sea nuestro color, nuestro credo, nuestra clase, nuestro sexo, nuestra casta o nuestra nacionalidad: y la nota de la unidad fundamental deberá hacerse oír en medio de todas esas incontestables diversidades, para que las acalle y armonice, haciéndolas aparecer tales como son en verdad: complementarias unas de otras, y en modo alguno antagonísticas.
5- Todo crecimiento real, bien sea de individuos o de grupos, consiste en lograr la liberación del Dios interno, y esta liberación necesita de una Libertad tan resuelta a la consecución de ese fin que actúe de modo que la libertad de cada cual sea respetada y alentada. No es verdadera libertad aquella que limita los justos derechos de los demás. Crecer verdaderamente es percibir que la liberación del Dios interno es la liberación de la Divinidad inherente para el siempre creciente servicio de los demás, hasta llegar a la Libertad Perfecta que se expresa a sí misma en forma de perfecto Servicio.
Por lo tanto, la Universidad Teosófica Internacional preconiza el Servicio, y como consecuencia, el Estudio que tenga como finalidad la aptitud para realizar un Servicio cada vez más sabio y más amante. Sus estudiantes aprenderán que sólo sirviendo a los demás pueden realmente descubrirse, expresarse y realizarse a sí mismos, y que sus estudios, ejercicios y actividades, bien sean físicas, emocionales, mentales o espirituales, están encaminadas a ayudarlos a recorrer con rapidez el Sendero del Servicio que los conducirá a los Pies de los Grandes Servidores del mundo, y por medio de Estos, a una completa expresión de su Herencia Divina. Así pues, todo estudio y todo ejercicio serán reconocidos como parte de esa Sabiduría Divina, que ordenando suave y poderosamente todas las cosas, hace que la Divinidad se manifieste en todos. Todos los temas y asuntos pertenecientes a los cursos de estudios corrientes en otras instituciones, serán estudiados, ordenados y aplicados con este espíritu en las escuelas, colegios y demás instituciones de la Universidad Teosófica Internacional, de lo cual resultará –según lo ha probado la ya larga experiencia de los jefes de la Universidad en el campo educativo- que sus estudiantes se hallarán mucho más eficientes y preparados para lo que se llama la lucha por la vida, serán ciudadanos mucho más activos y patrióticos –en el verdadero sentido de la palabra patriotismo- y dentro de esa ciudadanía, miembros más hábiles y capacitados de sus respectivas profesiones o actividades, creyentes más sinceros de sus respectivas religiones, y se harán más fuertes en el terreno físico, más puros en el emocional, más profundos y perspicaces en el mental, y adquirirán una honda percepción de los valores espirituales. Porque habrán sido puestos en contacto con la Realidad, habrán rechazado el temor, sustituyéndolo por el Valor, habrán suprimido la Ignorancia, reemplazándola por aquella sabiduría que es la madre del conocimiento, habrán apartado de sí la Indiferencia colocando en su lugar el Entusiasmo. Habrán aprendido también que ningún conocimiento, ninguna ganancia, de cualquier clase que sea, es fructífero para el individuo si no se comparte y se emplea para el auxilio de los demás. Habrán aprendido a dejar de vivir para sí mismos y a vivir, más bien, para los demás, y al perderse de ese modo a sí mismos hallarán el Poder y la Fuerza de su propia Divinidad.
La Universidad Teosófica Internacional existe para preparar a sus estudiantes para ser individuos que guíen y dirijan, porque el mundo necesita seres que lo conduzcan del dolor y la ignorancia a una permanente paz y felicidad; y está asociada con el Advenimiento del Gran Instructor Mundial, quien no viene para un solo reino, sino para todos los reinos, y cuya sola Presencia en este mundo da a la Divinidad aprisionada en la naturaleza un maravilloso impulso hacia la libertad, una poderosa educación, en el más profundo sentido de la palabra.
La Universidad Teosófica Internacional reafirmará y procurará llevar a la práctica el cuádruple objetivo de la educación, según lo expresó un gran Sabio indio hace muchos miles de años:
1- Servicio.
2- Estudio con el fin de servir más sabiamente.
3- Sencillez de vida.
4- Dominio propio.
Aunque el objetivo principal de la Universidad Teosófica Internacional será la educación de los jóvenes, y aún de los niños, para que lo más pronto posible reciban los individuos las ventajas de una profunda compenetración con los ideales teosóficos, también habrá de atender, en cuanto le sea posible, a extender y perfeccionar la educación de los adultos en el mismo sentido.
Las primeras Facultades que compondrán la Universidad serán las once que a continuación se expresan: 1- Religión Mundial, incluyendo la Cultura y Teología Budista, Cristiana, Hebrea, Induista e Islámica. 2- Artes. 3- Leyes. 4- Música. 5- Medicina. 6- Medicina Veterinaria. 7- Ciencias. 8- Ingeniería. 9- Economía. 10- Cívica y Relaciones Internacionales. 11- Teoría y práctica de la Enseñanza, incluyendo el desarrollo físico, emocional, mental y espiritual.
La Universidad otorgará títulos de Bachiller, Licenciado y Doctor correspondientes a cada una de estas diferentes facultades; y también concederá diplomas y certificados correspondientes a aquellos estudios o grupos de estudios por los cuales no conceda títulos académicos.
La Universidad consistirá del Rector, del Vice-Rector, del Presidente, los directores de Estudios Especiales, el Primer Archivero, los Catedráticos, los maestros clasificados (mientras dure su período de servicio), los graduados y los estudiantes, y estará abierta, lo mismo que todos sus cargos y posiciones, a todos los individuos, sin distinción de raza, creencia, casta, sexo o color.
He aquí los nombres de los principales funcionarios de la Universidad que ya han sido nombrados: Rector: Dra. Annie Besant, Presidenta de la Sociedad Teosófica. Vice-Rector y Presidente: Rdo. George S. Arundale. Obispo de la Iglesia Católica Liberal. Directores de Estudios Especiales: El Rdo. C. W. Leadbeater y el Rdo. J. I. Wedgwood, Obispos de la Iglesia Católica Liberal. Archivero y Tesorero: Harold Baillie – Weaver, Abogado. Sub-Archivero: A. Hawliczek, Secretario de la Asociación Pro-Universidad Teosófica Internacional.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Noticias del mundo teosófico

EVENTOS

CONGRESO MUNDIAL DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA.
ROMA, ITALIA. 2010. A llevarse a cabo del 10 al 15 de Julio. Este evento se realiza cada 7 años. Es una maravillosa oportunidad para el encuentro de todos los hermanos del mundo teosófico, de todas partes del planeta Tierra.
Mayores informes www.teosofica.org (S. T de Italia) o al mail sti@teosofica.org

CONFERENCIAS INÉDITAS DE KRISHNAMURTI DESCUBIERTAS
La Sociedad Teosófica en los Estados Unidos anunció el descubrimiento y la publicación de dos discursos de Krishnamurti del año 1968. Informes: Editorial de la S. T. en los Estados Unidos: www.questbooks.net/atitles.cfm

ULTIMAS PUBLICACIONES DE QUESTBOOKS. Editorial de la S. T. en los Estados Unidos. www.questbooks.net
1- Politics and the Occult
The Left, the Right, and the Radically Unseen By Gary Lachman
2- On the Wings of Shekhinah
Rediscovering Judaism's Divine Feminine By Rabbi Leah Novick
3- Yoga beyond Fitness
Getting More than Exercise from an Ancient Spiritual Practice By Tom Pilarzyk
4- Creative Evolution
A Physicist's Resolution between Darwinism and Intelligent Design By Amit Goswami
5- One True Adventure
Theosophy and the Quest for Meaning By Joy Mills
6- Grammar for the Soul
Using Language for Personal Change By Lawrence A. Wentein
7- The Light of the Russian Soul
A Personal Memoir of Early Russian Theosophy By E. F. Pisareva


ESCUELA DE VERANO DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA EN BRASIL. 2009. A llevarse a cabo en Joao Pessoa PB. del 28 de Enero al 1 de Febrero de 2009.
Informes: http://www.sociedadeteosofica.org.br/home.asp

PRIMER CANAL TEOSÓFICO DEL MUNDO. http://www.tvsupren.com.br/Inicial.aspx Principalmente en idioma portugués. Bastante comprensible para hispanohablantes. Cuenta con dos horas de programación en español. A aumentarse próximamente. Todos los días de 2 a 3 pm hora Colombiana.

IX SEMINARIO DE LA CUENCA DEL CARIBE. HONDURAS. 2009. Será en Septiembre de 2009. Además de compartir el estudio teosófico se podrá disfrutar del legado histórico maya sito en Copán.

ENCUENTRO LUSO ESPAÑOL. BRASILIA. 2009. A llevarse a cabo en Julio de 2009.

CONVENCIÓN ANUAL DE LA SOCIEDAD TEOSOFICA EN NUEVA ZELANDA.
3 al 7 de Enero de 2009. En Wellington. Tema: Intuición en el sendero: aprendiendo a reconocerla y a trabajar con ella.
Informes: http://www.theosophy.org.nz/Convention/index.html

26 CONGRESO INTERNACIONAL MONTESSORI. Patrocina la Asociación Internacional Montessori. A llevarse a cabo en Chennai, India, Enero 5-8 de 2009. Mayores informes: http://www.montessoricongress.com/

Propósito Fundamental de la Sociedad Teosófica

Indian Theosophist. Junio 1981.
A. Suryanarayan Moorti

Afiliarse a la S. T. es un privilegio extraordinario. Su importancia no puede apreciarla plenamente un miembro mientras no haga un estudio profundo de la Teosofía y comprenda el propósito para el cual fue fundada la S. T., y conozca el carácter único y el sabor distintivo de esta organización.
El primer objeto de la S. T. es formar un núcleo de la Fraternidad Universal de la humanidad. Esa fraternidad es un hecho de la naturaleza. La S. T. no se ha establecido para promover fraternidad entre los miembros de la S. T. como si fueran un grupo de personas apartadas del resto de la humanidad. Sino para formar un núcleo entre toda la humanidad en conjunto. Un núcleo es un organismo viviente que está en proceso constante de expansión.
La S. T. está destinada a ser una entidad orgánica de viviente influencia humanitaria. La calidad única de este organismo ha de encontrarse en las contribuciones vivientes de sus miembros. La característica especial de la S. T. es la de ser un centro, no una circunferencia. Jamás puede degenerar en un grupo estrecho o sectario. H. P. B. exhortaba a los miembros a no trabajar simplemente por la S. T. sino por la humanidad por medio de la S. T.
Hugh Shearman dice: “La Fraternidad es el principio fundamental de la S. T. Se dice a menudo que muchas organizaciones y movimientos están predicando y practicando la fraternidad, y que si la S. T. no va a hacer algo más original que eso, bien podría cerrarse. Pero semejante modo de pensar se basa en una noción superficial y demasiado convencional de lo que profesamos y entendemos con respecto a la fraternidad. Lo que pretendemos es entrar en una experiencia más y más honda de aquellas verdades fundamentales de las cuales la fraternidad es solamente la expresión externa. La fraternidad de que nos ocupamos tiene que trascender aquellas formas externas de acción fraternal en que se ocupan muchos de nuestros miembros, tales como el servicio social, el esfuerzo por lograr comprensión internacional, aliviar a los que sufren, o desenvolver actividades culturales y artísticas. La fraternidad puede incluir todas esas cosas, pero también es algo muchísimo más grande basado en las realidades más hondas del hombre y del universo.
“La impersonalidad es una cualidad que debe pertenecer a los niveles más hondos de la fraternidad, y es muy importante en nuestra tarea. La fraternidad, en su aspecto mejor y más sabio, es ciertamente impersonal, porque implica librarse u olvidarse del yo más personal. A esto se le llama a veces liberación.
“Esta liberación puede venirnos al darnos cada vez más cuenta del escenario y conjunto dentro del cual vivimos. Es lo único que da sentido y valor a nuestras vidas. Ante esa comprensión pueden desaparecer nuestras mezquindades, ambiciones y resentimientos, y puede hacerse más realista y más efectivo nuestro servicio a otros.”
Puede verse, pues, que la Fraternidad Universal de la Humanidad que la S. T. propugna, no es un concepto sociológico sino un concepto de naturaleza esencialmente espiritual.
Ordinariamente se espera que cuando una persona se afilia a una sociedad siga a alguna autoridad. El jefe es generalmente la autoridad suprema cuya palabra es ley y a quien se considera como un privilegio poder servirle. Ese jefe puede ser alguien que se da el título de “gurú” o de un “avatar” divino. Sus discípulos se aglomeran en torno suyo a adorarle. Se espera que le sigan ciegamente y se le sometan completamente sin ninguna reserva. Cualquier duda de parte de un seguidor se considera sacrílega. En cambio, en la S. T. todo miembro goza de absoluta libertad para pensar.
“Ningún instructor o escritor desde H. P. Blavatsky para abajo tiene autoridad alguna para imponer sus enseñanzas y opiniones a los miembros. A todo miembro de la S. T. se le pide encarecidamente mantener, defender y actuar sobre estos principios fundamentales, y también ejercer sin temor su propio derecho a la libertad de pensar y expresarse, dentro de los límites de la cortesía y la consideración por los demás.”
Comentando sobre esta provisión de libertad de pensamiento dentro del marco de la S. T., Hugh Shearman anota: “En todas las discusiones en la S. T. es necesario que el respeto por la libertad de todos los miembros sea mucho más que una mera concepción formal o un acuerdo para diferir. Debe incluir cierta reverencia por la naturaleza humana y una delicadeza de sentimientos que se expresa de un modo paciente y apreciativo, tratando de descubrir las contribuciones más finas y a menudo inexpresadas que otros quieren dar.”
Citando la observación hecha por H. P. Blavatsky de que “la idea radical misma de la S. T. es la investigación libre y sin temor,” la Sra Radha Burnier dice que en la S. T. “no hay lugar para los que están encerrados en credos y dogmas, y cuya adhesión a su religión, a su ambiente y convenciones sociales es tan fuerte que les prohibe examinar cualquier cuestión. Sólo cuando el estudiante abandona el viejo y trillado camino de la rutina, y entra en la senda solitaria del pensamiento independiente, es un Teósofo. Ser Teósofo exige que uno sea un pensador original preparado a eliminar la superstición, a prescindir de la credulidad, y a descubrir la verdad por experimentación práctica, en vez de aceptar pasivamente opiniones y patrones de pensamiento y conducta.”
La libertad de pensamiento para los miembros es el principio cardinal y el cimiento mismo de la S. T. El lazo de unión entre los miembros de la S. T. no es la profesión de una creencia en común, sino una búsqueda en común de la Verdad. La búsqueda de la Verdad, la “investigación libre y sin temor” de la Verdad, no es posible a menos que exista una atmósfera de perfecta libertad de pensar. Cualquier coacción por medio de autoridad, tradición, o convención, o credo o dogmas, milita en contra de esa libertad.
Esta libertad se requiere que la ejerza todo miembro desde el momento de afiliarse a la S. T. se espera que se afilie a la S. T. por su propia voluntad libre sin ser influido por ninguna campaña proselitista. Es por esta razón que se nos ha aconsejado que no recurramos a hacer campañas para obtener miembros para nuestra Sociedad, aunque conseguirlos sea una parte natural de nuestra tarea.
Reclutar grandes números meramente para obtener más suscripciones y fortalecer el poder de votos para controlar las finanzas y propiedades de una Logia, no es consistente con la misión y el carácter de la S. T. El motivo en el trabajo de la S. T. debe ser puro, porque determina la dirección de las energías que se ponen en movimiento. Actuar de otra manera es siempre contraproducente, pues es contrario a la ética y resulta invariablemente en aumentar la discordia y la desarmonía en la Logia, y en traer descrédito. Los miembros que obren tan torpemente le causarían daño incalculable a la reputación de la Sociedad. Los meros recursos económicos o el número de miembros no desarrollan aquella calidad espiritual o fortaleza de la S. T. sin la cual todo lo demás es vano.
Aún sin hacer tales campañas, a veces se introduce en la Sociedad un nuevo miembro por simple curiosidad o interés pasajero, o por cualquier otra razón. Es deber de los miembros estimular a tales personas a desarrollar sus cualidades intelectuales, morales y espirituales. Pero la responsabilidad principal descansa en el nuevo miembro. Él debiera avanzar desde su motivo inicial hacia una apreciación más honda de la importancia y el sentido de su afiliación. La mejor invitación a un nuevo miembro y el mejor atractivo de la S. T., debe estar en sus miembros mismos.
Hugh Shearman observa con mucha razón: “Es por el tejido mismo de nuestras vidas, por el conjunto de nuestros pensamientos y sentimientos y actos, que construímos el núcleo de fraternidad y le damos un futuro seguro. No es por programas políticos, o por influir en las opiniones o votos de la gente que creamos un bello futuro. Es por nuestro amor e integridad e inegoísmo, por la plenitud de nuestra dedicación al servicio de la humanidad. Cuando nuestro trabajo por la Sociedad está realmente establecido sobre esas cualidades en nosotros mismos, habremos descubierto algo que nos capacitará para vivir y actuar sin hacer o siquiera pensar injustamente de otros, y sin agitación o ansiedad.”

Traducción de Walter Ballesteros.

¿Qué es Teosofía?

¿Qué es Teosofía?

Pablo D. Sender

Ésta es una de las más frecuentes preguntas en el ámbito teosófico y, dado que la palabra “teosofía” no tiene una definición oficial, será siempre un tema de reflexión. Vamos a examinar esta pregunta citando las palabras de H. P. Blavatsky, porque el movimiento teosófico como un todo la acepta como fuente común de inspiración. Sin embargo, pueden encontrarse los mismos conceptos en muchos otros autores teosóficos.

El término theosophia aparentemente fue usado por primera vez en un escrito durante el siglo III de nuestra era por Porfirio, un muy conocido filosofo alejandrino que perteneció a la escuela neoplatónica. Está compuesto de dos palabras griegas: theos, que significa “dios” o “divino” y Sophia “sabiduría”, lo cual puede traducirse como “sabiduría de los dioses”, “sabiduría en las cuestiones divinas” o “sabiduría divina”. El término floreció entre los neoplatónicos hasta el siglo VI, y fue también usado por ciertos cristianos. Con el correr del tiempo, varias personas y movimientos inclinados hacia lo espiritual también adoptaron la denominación de teósofos o teosofistas para sí mismos. Éste fue el caso de Meister Eckhart en el siglo XIV, un grupo de filósofos renacentistas como Paracelso en el siglo XVI, Robert Fludd, Tomas Vaughan y Jacob Boehme en el s. XVII, y Emmanuel Swedenborg y Kart von Eckarthausen en el s. XVIII, entre otros. Finalmente, el movimiento teosófico reapareció en el siglo XIX con la fundación de la Sociedad Teosófica en 1875 por H. P. Blavatsky (HPB), H. S. Olcott y otros. A través de ésta, ciertas verdades eternas fueron presentadas nuevamente en una forma apropiada para los tiempos modernos y una rica literatura ha sido producida por los miembros de la Sociedad Teosófica en sus más de 130 años de actividad.

Pero entonces surge la pregunta: ¿Teosofía es lo que enseñaron los fundadores de la ST? ¿O es lo que escribieron todos sus líderes? ¿Cuál es la relación entre las enseñanzas dadas a través de la ST y aquellas más antiguas que también se conocieron como teosofía? Dado que personas con distinta formación religiosa y filosófica usaron la misma palabra “teósofo” para autodenominarse, el término “teosofía” debe representar algo que los une más allá de los conceptos y creencias.



Theosophia como un estado de conciencia



En su artículo “¿Qué es Teosofía?” HPB intenta una explicación del termino “teosofía” describiendo quién es un teósofo. Para esto, cita la definición de Vaughan:



Un Teósofo –dice él– es uno que nos da una teoría de Dios, o de las operaciones de Dios, y que tiene como base no una revelación sino una inspiración propia. [1]



El conocimiento de un teósofo acerca de lo Divino no viene de ninguna fuente externa. Él no reúne información de libros, instructores, etc., sino de su propia naturaleza interna. De hecho, una característica común de todo teósofo es su enseñanza acerca de que los seres humanos tienen la posibilidad de alcanzar lo Divino en los momentos de éxtasis verdadero, o lo que es conocido como samadhi en la filosofía oriental. En su artículo “El Faro de lo Desconocido”, HPB habla sobre ésta como siendo una “Teosofía trascendental” la cual, de acuerdo a ella, “es verdadera Teosofía. Teosofía interna, del alma”:



Lo infinito no puede ser conocido con nuestra razón, la cual sólo puede distinguir y definir; pero siempre podemos concebir su idea abstracta gracias a aquella facultad que es superior a la razón: la intuición, el instinto espiritual del que he hablado. Los únicos que pueden jactarse de haber estado en contacto con lo infinito son los grandes iniciados, que tienen el raro poder de entrar en el estado de samadhi, el cual puede ser imperfectamente traducido con la palabra éxtasis, un estado en el cual uno cesa de ser el ‘yo’ personal y condicionado y se torna en uno con el todo. Pero ellos, al igual que cualquier otro mortal, no pueden describir ese estado en palabras. . . .

Estas pocas características de la verdadera Teosofía y su práctica han sido bosquejadas para el pequeño número de nuestros lectores que están dotados de la deseada intuición. [2]



Y HPB misma tenía acceso a este tipo de Sabiduría Divina. Veamos lo que escribió sobre su propia fuente de conocimiento.



El conocimiento viene a través de visiones, primero en sueños, y después en imágenes que se presentan al ojo interno durante la meditación. De ese modo se me ha enseñado la totalidad del sistema . . . No se me dijo ni una palabra de todo esto en el modo ordinario . . . nada se me enseñó a través de escritos. Y el conocimiento así obtenido es tan claro . . . que todas las otras fuentes de información, todos los otros métodos de enseñanza con los que estamos familiarizados, se vuelven insignificantes en comparación con éste. [3]



Este tipo de conocimiento es mucho más profundo que el adquirido a través de libros y conferencias, porque trata con la realidad en una forma más directa que por medio de las ideas; es una percepción supra-conceptual. Desde este punto de vista la teosofía, en esencia, no es un cuerpo de conocimientos limitado sino que trasciende cualquier formulación verbal. Es un estado de Sabiduría Divina, que se encuentra en potencia en todo ser humano. Un teósofo, a su vez, es todo aquél que alcanza ese estado de iluminación interior, independientemente de cual sea su cultura, época o lenguaje.



Desde este punto de vista todo gran pensador y filósofo, especialmente todo fundador de una nueva religión, escuela de filosofía, o secta [espiritual], es necesariamente un Teósofo. De aquí que la Teosofía y los Teósofos hayan existido desde que la primera débil luz del pensamiento naciente hizo que el hombre buscara instintivamente los medios de expresar sus propias opiniones independientes. [4]



Theosophia y las enseñanzas teosóficas



Pero la palabra teosofía es también aplicada a las enseñanzas teosóficas, es decir, al cuerpo de conceptos enseñado por un teósofo como resultado de su percepción espiritual y sabiduría. Hay una diferencia importante entre teosofía como un estado de Sabiduría Divina y teosofía como las enseñanzas que se dan a través de alguien que ha alcanzado ese estado de iluminación, ya sea en forma temporaria o permanente. La Sabiduría Divina es la percepción de la Verdad, pero las enseñanzas son una expresión necesariamente parcial y condicionada de la verdadera teosofía. Éstas no son, por lo tanto, la Verdad, sino una descripción de la misma. Uno puede estar en contacto con las enseñanzas teosóficas y conocerlas muy bien, pero eso no es lo mismo que realizar el estado de conciencia teosófico, porque no podemos alcanzar la Sabiduría a través de la acumulación de conocimiento. Cuando se toman como un fin en sí mismas, las enseñanzas teosóficas son de poco valor, pero si el aspirante es sincero, su aplicación le ayudará a llevar una vida correcta, a desarrollar auto-conocimiento, y a despertar en última instancia la sabiduría Divina que está en su ser interno.

Ahora bien, la naturaleza misma de las enseñanzas teosóficas es la causa de su diversidad. Un teósofo hablará de acuerdo a su propia inspiración “expresando sus propias opiniones independientes.” Éstas no son ideas nacidas en su cerebro, sino que aparecen en un estado de conciencia profundo, donde el individuo está de cara a la Verdad en alguno de sus muchos aspectos. Y en este estado no se aprende a través de conceptos fácilmente repetibles, sino a través de “imágenes”. Por lo tanto, él tiene la difícil tarea de poner en palabras su comprensión holística de algo que esta más allá de nuestra realidad conocida. Podemos imaginar cuando inapropiada debe ser la expresión de una de estas verdades en nuestras lenguas, y por qué muchos místicos se rehusaron a poner en palabras aquello que es sagrado. Citando de nuevo las palabras de HPB:



Una de las razones por las que vacilo en responder inmediatamente algunas de las preguntas que me hacen es la dificultad de expresar en un lenguaje lo suficientemente preciso aquellas cosas que se me presentan en imágenes, y que comprendo por medio de la Razón pura, como la llamaría Kant. [5]



De todos modos, ellos tienen que comunicarlas tan hábilmente como les sea posible si quieren señalar el camino a otros. Así, la expresión de las enseñanzas teosóficas debe necesariamente ser diferente de teósofo a teósofo, de acuerdo a su temperamento, trasfondo intelectual, etc., dándole a la exposición teosófica una naturaleza extraordinariamente dinámica que evita que se convierta en un credo. Por lo tanto, aunque una persona pueda sentirse más atraída por las enseñanzas teosóficas como fueron expresadas por algún teósofo en particular, si tiene una comprensión correcta sabrá que ninguna exposición verbal es capaz de expresar la Verdad (ni siquiera en el nivel intelectual) y que la theosophia no será alcanzada a través de la creencia en ningún cuerpo de conceptos. Ésta es la razón de por qué, desde su concepción misma, la Sociedad Teosófica no ha promovido el dogmatismo ni la creencia.



Sabiduría Antigua, una teosofía universal



Ha habido teósofos y Escuelas Teosóficas durante los últimos 2.000 años, desde Platón hasta los Alquimistas medievales quienes, cabe suponer, conocían el valor del término. [6]



La teosofía trasciende a la Sociedad Teosófica, y estuvo en la humanidad desde sus comienzos, no sólo en los países occidentales sino también en todo el mundo. Dado que “cada gran pensador y filosofo es un teósofo”, Buda, Zoroastro, Lao Tse, Jesucristo, Patañjanli, Shankaracharya, Nagarjuna y Rumi, entre otros, dieron enseñanzas teosóficas, sin importar como les llamaron a sus enseñanzas.

De acuerdo con la visión teosófica, cada religión está basada en, y deriva de, la misma verdad antigua conocida en el pasado como la “Religión-Sabiduría”. Esta teosofía universal de la que estamos hablando “es el cuerpo de verdades que forma la base de todas las religiones, y que no puede ser reclamado como la posesión exclusiva de ninguna de ellas.”

Sin embargo, las puras y originales enseñanzas de las religiones, con el tiempo, se corrompieron en mayor o menor medida a causa de la ambición y el egoísmo humano, y se oscurecieron debido a la superstición e ignorancia. Así, la teosofía universal quedó mezclada en una masa de confusión, siendo ahora necesario un esfuerzo especial para devolverle su pureza. Uno de las metas de la Sociedad Teosófica es estimular a sus miembros para que investiguen y descubran las verdades eternas presentes en las diferentes religiones, filosofías y ciencias, y ofrecerlas al público en una forma purificada.



Teosofía moderna y la ST



Cuando la Sociedad Teosófica fue fundada no tenía una literatura propia, y la principal actividad de sus miembros estaba en el campo de la teosofía universal. Pero hoy, luego de más de 130 años, la literatura producida a través de la ST cubre un amplio rango de temas. Tiene una dimensión metafísica que enseña acerca del funcionamiento y constitución del Cosmos, la meta de la existencia consciente en diferentes formas de vida, las leyes universales que dirigen su desarrollo, etc. Además, la literatura teosófica moderna habla acerca del correcto vivir y de la aplicación de los principios teosóficos en la vida diaria, y, finalmente, existe también un buen numero de libros revelando la teosofía universal presente en diferentes mitos, filosofías, religiones y ciencias. Toda esta literatura es conocida como “Teosofía moderna” (usualmente escrita con “T” mayúscula).

La Teosofía moderna ofrece cierta cosmovisión común, pero dado que fue producida por la inspiración propia de algunos teósofos, no es un cuerpo de conocimientos definido, sino una exposición dinámica que difiere en muchos detalles o modos de expresión de un autor a otro. La Teosofía moderna no está basada en una revelación o en las enseñanzas dadas por alguien considerado especial e infalible, y recibe constantemente adiciones, presentando diferentes aspectos y nuevas formulaciones de los principios teosóficos. De hecho, así es como los Fundadores de la ST lo quisieron originalmente, como se revela en muchos de sus escritos, e incluso en aquellos de los Maestros de Sabiduría. Por ejemplo, en su primera carta a los teósofos de Estados Unidos reunidos en la Convención de 1888, HPB escribió:



Se darán nuevas enseñanzas Teosóficas a medida que las personas estén preparadas para recibirlas. Pero no se dará más de lo que el mundo pueda aprovechar en su presente nivel de espiritualidad. Depende de la difusión de la Teosofía –de la asimilación de lo que ya se ha dado– cuánto más y cuán pronto será revelado. [7]



Si la Teosofía moderna hubiera sido dada al mundo sólo durante los primeros años de la ST, con sus miembros trabajando por mas de 100 años en una mera repetición de lo ya dado, hubiera significado la falla del movimiento teosófico, como lo advierte HPB en La Clave de la Teosofía [8]. Pero afortunadamente éste no fue el caso. Hubo varios verdaderos teósofos en la Sociedad Teosófica, y cada uno de ellos transmitió sus percepciones y sabiduría en una forma original y particular.



El papel de la Sociedad Teosófica



La Teosofía es una Ciencia que todo lo abarca; muchos son los caminos que conducen a ella, tan numerosos de hecho como lo son sus definiciones. [9]



Muchos son los caminos que llevan al estado de Sabiduría Divina, porque muchas son las diferentes disposiciones personales, estados de desarrollo, y lazos kármicos de cada aspirante. El énfasis en toda asociación teosófica genuina no está centrado en un camino único sino en una meta única. Así, por ejemplo, la teosofía cristiana de J. Boehme, la teosofía ocultista de Mme. Blavatsky, y la teosofía psicológica de J. Krishnamurti (si les podemos poner esos rótulos) aunque difieran en lenguaje y conceptos son de todos modos enseñanzas teosóficas ya que todas éstas tienden a despertar la Sabiduría Divina en el aspirante. Y esta característica de la ST, la política de permitir libertad de pensamiento y estimular a sus miembros en una búsqueda incesante con una mente abierta, es esencial no sólo para la realización de la theosophia en uno mismo, sino también para la vitalidad del movimiento teosófico moderno. En palabras de HPB:



Ortodoxia en Teosofía es algo que no es posible ni deseable. Es la diversidad de opinión dentro de ciertos límites, lo que mantiene a la Sociedad Teosófica como un cuerpo vivo y saludable, a pesar de todas sus otras características desagradables. Si no fuera por la existencia de una gran cantidad de incertidumbre en la mente de los estudiantes de Teosofía tales saludables divergencias serían imposibles, y la sociedad degeneraría en una secta, en la cual un credo estrecho y estereotipado tomaría el lugar del espíritu de Verdad viviente y un conocimiento siempre creciente. [10]



Casi todas las frases de este párrafo merecen una profunda reflexión, pero dejaremos esto al lector. Sólo señalaremos que el decir (por ejemplo) que la Teosofía genuina comprende sólamente las enseñanzas de HPB y sus Maestros no sólo está basado en una comprensión errónea de lo que realmente es la teosofía, sino que también va en contra de los intereses de la ST. Un miembro individual puede estar de acuerdo con cierta exposición de la teosofía en particular, digamos, con la de Mme. Blavatsky, y él tiene el derecho de estarlo. Pero nunca debería tratar de forzar a otros a aceptar su punto de vista, ni proclamar que esa expresión particular de la teosofía debería ser estudiada en forma exclusiva, a riesgo de traicionar el objetivo original de los Fundadores. La Sociedad Teosófica, en su intento de convertirse en una fraternidad universal, debe permanecer abierta a la teosofía universal, a todo aquello que pueda ayudar a elevar moral y espiritualmente a personas que pertenezcan a diferentes razas, credos, sexos, castas y colores. De otro modo, se convertirá en una secta particular, promocionando un “credo estereotipado” que será útil sólo a una porción de la humanidad que comparta ciertas características comunes. Esto se constituiría en el fracaso de la ST:



Todos los intentos similares al de la Sociedad Teosófica hasta ahora han terminado en el fracaso porque tarde o temprano han degenerado en una secta, formulado rígidos dogmas propios, y perdido así, por grados imperceptibles, aquella vitalidad que sólo la verdad viviente puede impartir. [11]



Por supuesto, esto no implica que donde se reúnen los grupos teosóficos deban ser lugares para la difusión de otras tradiciones (ver “Desde el Atalaya” por John Algeo, The Theosophist Abril 2007), ni que todo lo que se promociona como una “enseñanza espiritual” sea realmente teosofía. Es decir, no todo lo que se promociona como siendo espiritual, filosófico o religioso ayuda a elevar la condición humana. Como hemos dicho, a veces las enseñanzas originalmente espirituales fueron corrompidas a causa de la ignorancia, la sed de dominación, etc. En otros casos, la enseñanza es ofrecida por un “falso profeta”, es decir, alguien cuya intención no es dar una enseñanza espiritual en absoluto sino obtener algún tipo de rédito personal. Existen también algunas escuelas que difunden una especie de “materialismo espiritual” y que conducen al psiquismo, fanatismo, u otras formas de egoísmo, como pasa hoy en gran medida en el movimiento New Age. Por lo tanto, cada miembro de la Sociedad Teosófica debe desarrollar un discernimiento y comprensión profunda para descubrir, de un modo abierto y no dogmático, dónde está verdaderamente expresada la teosofía y dónde no.



Resumen



Así, es claro que el termino “teosofía” es usado en diferentes contextos. Para clarificar el tema podríamos aplicar la siguiente clasificación haciendo una distinción entre las diferentes aplicaciones de este término:

a) theosophia: la teosofía trascendental, es decir, el estado de conciencia de iluminación interna.

b) teosofía universal: aquellas enseñanzas teosóficas dadas por todo gran pensador, sabio y filósofo, moderno o antiguo. En esta categoría podemos añadir dos subcategorías:

b1) teosofía antigua: a veces llamada la Sabiduría Antigua, significando esa verdad ancestral conocida en el pasado como la “Religión-Sabiduría”.

b2) Teosofía moderna: las enseñanzas teosóficas ofrecidas por miembros de la Sociedad Teosófica.

Dado que la ST no fue fundada para promover ningún sistema en particular, sus miembros no deberían limitar la Teosofía a un conjunto de conceptos definido, si no quieren crear un nuevo culto. Es nuestra responsabilidad el preservar un espacio de libertad para que cada miembro descubra la teosofía universal por sí mismo de modo que, viviendo de acuerdo con sus enseñanzas, pueda realizar el estado de conciencia teosófico.



The Theosophist, Diciembre 2007





[1] Collected Writings vol. II, p. 88, ‘What is Theosophy?’

[2] CW vol. XI, p. 258, ‘The Beacon of the Unknown’

[3] CW vol. XIII, p. 285, ‘Knowledge comes in Visions’

[4] CW vol. II, p. 88, ‘What is Theosophy?’

[5] CW vol. XIII, p. 285, ‘Knowledge comes in Visions’

[6] CW vol. XIII, p. 169, ‘The Original Programme Manuscript’

[7] CW vol. IX, p. 244, ‘Letter from H. P. Blavatsky to the Second American Convention’.

[8] La Clave de la Teosofía, “Conclusión. El Futuro de la Sociedad Teosófica”

[9] CW vol. XIII, p. 169, ‘The Original Programme Manuscript’

[10] CW vol. IX, pp. 243-4, ‘Letter from H. P. Blavatsky to the Second American Convention’.

[11] La Clave de la Teosofía, “Conclusión. El Futuro de la Sociedad Teosófica”

viernes, 26 de diciembre de 2008

El poder curativo de la música

Por H. Esta Rollo

Revista Theosophia Enero de 1934

El empleo de la música en el arte de curar es un tema mejor comprendido por el estudiante de ocultismo que por el pedagogo corriente. A medida que el aspirante a la vida superior desarrolla sus poderes espirituales aprecia más y más la necesidad de una armónica condición física. En efecto, una gran parte de la lucha para alcanzar el dominio de uno mismo se desarrolla precisamente tratando de conseguir el control de las emociones y de la naturaleza de deseos. Puesto que la música está universalmente reconocida como un medio directo para provocar reacciones emocionales, su aplicación adecuada como agente curativo directo e inmediato está indicada en la proporción exacta que las agitaciones emotivas produzcan o agraven el malestar físico. La música es una factor humanizador, no un mero entretenimiento y el mundo no ha descubierto todavía las verdaderas y prácticas aplicaciones de la música especialmente en la terapia y cultura psíquicas.
Después de haber estudiado la música desde el punto de vista psicológico, uno cambia radicalmente sus ideas y se inclina a abandonar viejos conceptos acerca de muchos aspectos de este arte. La música tiene una misión mucho más amplia y útil de lo que nuestros conocimientos actuales nos permiten apreciar. En la actualidad ya se la emplea con fines terapéuticos en hospitales, sanatorios y hasta privadamente y los resultados de tal aplicación han puesto de manifiesto que es un importante factor en el mantenimiento de buena salud y para provocar reacciones favorables en casos de personas clasificadas como anormales o subnormales.
Según las opiniones, tanto de los músicos como de los cientistas, la música es un gran preventivo contra el agotamiento nervioso y su empleo está indicado como agente reconstituyente y unificador cuando existe discordancia entre el aspecto social y la naturaleza emocional de la vida del individuo. Es bien sabido que una de las principales causas del malestar físico es una alta tensión emotiva; de ahí que la música, al actuar directamente sobre las emociones puede efectuar maravillosos reajustes, evitando, si el tratamiento se aplica inteligentemente que la persona quede aniquilada bajo las contrariedades y los pesares de la vida.
En experimentos practicados se ha observado, por ejemplo, que el estudio bien dirigido del canto llega a interesar a la persona al punto de hacerla olvidar todas sus preocupaciones. Lo que ocurre, en realidad, en tales casos es que el estudiante descubre la manera de utilizar sus energías físicas y mentales en el desarrollo de aptitudes que estaban latentes en él. Casos ha habido en que por este medio se han conseguido reducir completamente la tensión nerviosa y el ligamiento muscular. Los psicópatas han observado que la aplicación de tales métodos ha dado excelentes resultados en muchos casos que antes se consideraban incurables.
En la actualidad, la música se emplea también en cárceles, reformatorios e instituciones para niños retardados, en el tratamiento de los asilados de acuerdo con programas bien estudiados. El resultado general obtenido es un gran mejoramiento del individuo a quien se aplica el tratamiento. Es digno de notar que el efecto es diverso; en unos casos es puramente físico actuando directamente sobre el cuerpo. En otros casos despierta por conducto de la memoria, una serie de emociones que estaban olvidadas o de existencia desconocida para el paciente, la cuales contribuyen a despejar el cerebro y producen un cambio en el estado mental. De tales aplicaciones se deduce que la música no sólo afecta a las emociones sino también a los estados físico y mental.
El Dr. Van der Wall ha practicado la Musicoterapia durante diez años en los hospitales de Nueva York y de Pensilvania y ha podido constatar la amplia base y el extenso campo de aplicación que ella tiene en la curación de las dolencias que afectan a la humanidad, especialmente las que se relacionan con los estados emotivos y mentales.
Por ejemplo, un complejo de inferioridad por grave que sea, se puede hacer desaparecer completamente si la persona afectada emprende el estudio del canto o a tocar un instrumento, lo cual con el tiempo hará que la sociedad o grupo en que actúe lo mire como elemento útil. La música hará desvanecer todas sus ideas y preocupaciones sobre su inferioridad y lo elevará sobre el medio ambiente que lo rodea. Se ha observado que por este medio hasta las funciones orgánicas llegan gradualmente a funcionar armónicamente y surge una nueva personalidad. En los niños se pueden producir cambios radicales con juegos bien organizados y dirigidos, combinados con música.
Es de advertir que en el entrenamiento musical con fines terapéuticos, no tiene gran importancia la mayor o menor aptitud del paciente, o estudiante en cuanto a su progreso. Se da el caso frecuente de que los de menos talento aventajan a los que al parecer tienen más. La razón es que el primero pone ordinariamente más atención y empeño, mientras que el segundo, por la misma facilidad que tiene no hace el esfuerzo mental suficiente. Lo verdaderamente importante es que haya interés. Esto viene a probar la necesidad de los que se consideren con menos talento de esforzarse en hacer algo útil y llegar a sobresalir en alguna actividad. La música hará por estos más de lo que ellos jamás han soñado. Es esencial, sin embargo, que no se la impongan como un deber, sino tomarla como distracción y recreo. La música impuesta llega a ser una cosa pesadísima.
Toda persona afectada por el complejo de inferioridad hará bien en unirse a otros para formar coros u orquestas; así como cuartetos, tríos, vocales o instrumentales; porque la música así ejecutada entre varios les ayudará enormemente y dará base a la propia satisfacción, cuya falta precisamente es la causa de su complejo de inferioridad.
El estado mental y emocional que se produce en uno que canta o toca un instrumento y que siente que lo hace bien y con soltura es de gran beneficio también para la salud física. El resultado de todos estos factores es la realización de una nueva personalidad más perfecta. Psicólogos y músicos hacen resaltar los beneficios que derivan las personas que ejecutan música en grupos; mucho más en estos tiempos en quela cooperación está a la orden del día. Las masas corales despiertan un entusiasmo y ejercen una atracción que raramente se obtiene cuando se trata de solistas. La gente acude desde grandes distancias para oír un buen coro; pero solo los entendidos harán lo mismo por los cantores individualmente. Por otra parte el individuo se beneficia mucho con tal participación. El gran placer que los alemanes derivan de su música familiar es un buen ejemplo para el resto del mundo.
Otro aspecto de esta cuestión se relaciona con los órganos respiratorios. Según una antigua filosofía oriental “el respirar profundo abre los portales de la existencia.” Al cantar respiramos más profundamente; lo cual muchos olvidan hacer al practicar la respiración como ejercicio. La música influye también sobre la rutina ordinaria de vivir. Por ejemplo, todos los cantantes se dan cuenta con el tiempo de la necesidad de un vivir sencillo y de cuidar de sus órganos vocales para evitar serias afecciones de la garganta. El músico es en general una persona de vida ordenada.
Diferentes clases de música afectan diferentemente a los individuos; en los que despierta emociones también diversas según el momento y el estado de ánimo. El presidiario de corazón más empedernido rompe a llorar al oir una melodía familiar que le recuerda viejos afectos y despierta dulces emociones dormidas; memorias y emociones que le refrescan el alma y ablandan su corazón. En los manicomios se ha observado que el canto en coro transforma al egotista, que se cree responsable del conjunto. Gradualmente, sin embargo, llega a apreciar la música por su misma belleza y acaba por interesarse en lo que hacen los demás y nace en él el deseo de ayudarles, por el placer y satisfacción que en ello encuentra. El egotista ha desaparecido y ha quedado un miembro útil del grupo. Es la realización interna de que él es parte del conjunto y que tiene un lugar señalado en la vida.
Esta cuestión del poder curativo de la música está todavía en el período que podríamos llamar experimental; pero los datos ya reunidos permiten asegurar que la base es sólida y el campo de aplicación muy amplio. Existe una visión interna que, una vez desarrolladas, nos permitirá ver muchas cosas no visibles para el ojo ordinario. Igualmente hay un oído interno que, cuando esté desarrollado, permite oir melodías de música nueva. Este oído se puede desarrollar y con su desarrollo vendrá el poder de curar con vibraciones musicales. Nos podemos imaginar al mundo como el reino de la música; una verdadera síntesis del poder del sonido. Necesitamos acercarnos más a este mundo.

La violencia de la guerra

Sri Krishna Prem

Las guerras son incidentes psíquicos que tienen su origen en el alma humana. Nos gusta echarle la culpa a nuestro chivo expiatorio de turno, tanto si es el imperialismo, el nacionalismo, el comunismo o el capitalismo, todo lo que se nos antoje. Ninguna de estas cosas ni todas ellas son realmente responsables; somos nosotros, personas inofensivas que queremos pensar que odiamos la guerra y todos sus horrores. Tal vez no hemos tenido nada que ver con las aguas fanganosas de la política o de la economía, tal vez ni hemos escrito artículos ni cartas para inflamar pasiones raciales, nacionales o comunitarias, pero todos compartimos esa responsabilidad.
Cada sentimiento de ira, odio, envidia o venganza que nos hemos permitido en el pasado, independientemente de la persona a la que iba dirigido y por más justificado que lo hayamos considerado, ha sido un puñado de pólvora arrojado al polvorín que, antes o después, tiene que estallar.
Pero no es la persona que encendió la cerilla la responsable de un mundo en llamas, sino nosotros, que hemos ayudado a engrosar el polvorín. Porque ¿qué es lo que hemos hecho? Los sentimientos de odio, de miedo, etc., que han entrado en nuestro corazón y que hemos cobijado son, como siempre, invitados intolerables. Queremos expulsarlos en seguida, queremos dejarlos pegados, como un poster, en el primer muro que encontremos. Es cierto que ese muro tenía algo en su naturaleza que lo hacía apto para ese poster en particular, pero igualmente, el poster lo mandamos nosotros y fuimos nosotros los que lo pegamos allí.
Tanto si consideramos la psicología de los individuos como de esos grupos de individuos que llamamos estados nacionales, el proceso es el mismo. Lo que odiamos o tememos en nosotros lo proyectamos en nuestros vecinos. Quienes temen sus propios deseos sexuales detectan la impureza en todos los que ven; de la misma manera, las naciones que están llenas de odio, de miedo y de deseos agresivos perciben las imágenes de esas pasiones ardiendo horriblemente en los muros de otras naciones, sin darse cuenta de que son ellos quienes las han encendido y colocado allí. Así surge el mito de las naciones y de los individuos que aman la paz sólo porque proyectamos nuestros propios deseos agresivos en nuestros vecinos, engañándonos con nuestra propia limpieza personal.
Esto no quiere decir que la responsabilidad de todas las naciones sea la misma, ni tampoco la de todos los individuos. Algunos de nosotros hemos pecado más profundamente que otros, pero valorar esta responsabilidad nunca resulta fácil. Es más importante y provechoso recordar que todos los odios, los miedos, las envidias y los deseos agresivos, por parte de cualquier persona y aunque se produzcan de forma privada, han constituido el combustible que preparó la llama y que la sigue manteniendo. Cada vez que sentimos una sensación de triunfo por la destrucción del «enemigo», vamos añadiendo leña al fuego, porque cada vez que eso sucede estamos convirtiendo a alguien en un chivo expiatorio del mal que hay en nosotros. Y no se trata de filosofías, no; ni siquiera estamos hablando de religión; es simplemente un hecho práctico que cualquier psicólogo puede confirmar.
Ninguno de nosotros, ni el objetor de conciencia más convencido ni el más neutral de los neutrales, puede evadir la parte que tenemos de responsabilidad. Realmente, son muchas veces los que no toman parte en la lucha física quienes más contribuyen con sus pensamientos a aumentar el conflicto. Los soldados, después de unos meses de experiencia, sorprendentemente pierden el odio, mientras que los que están cómodamente sentados lejos del conflicto se dedican con demasiada frecuencia a alimentar sus instintos y pasiones más bajas, regocijándose con los horrores de los demás, contemplando como si fuera una película las agonías de los demás, que luchan hasta perder la última gota de sangre, y reaniman las llamas de odio y violencia con el viento invisible de sus propios pensamientos y sentimientos.
Porque en todas las personas existe aquello que disfruta con la guerra; sí, que disfruta con ella incluso hasta el punto de querer sufrirla. En casi cada uno de nosotros existen muchas cosas cuya expresión no sería permitida por las convenciones sociales o religiosas, en tiempos normales. La mayoría de nosotros llevamos una bestia enjaulada en el corazón, una bestia cuya substancia nos gustaría gratificar pero no podemos hacerlo por temor a las consecuencias. Normalmente esa bestia alimenta su vida subterránea con los restos de fantasía y sueños que se filtran hasta la guarida donde mora, relamiéndose con los actos de violencia y crueldad con los que pueda vengarse por su confinamiento; y cada vez que nos entregamos a soñar con odios y venganzas, esos pensamientos van cayendo allí y refuerzan su feroz energía. A veces podemos sentir la fuerza con la que empuja las rejas de su celda, pero en tiempos normales, «Dios» y la policía la tienen encerrada, y sólo es ocasionalmente cuando se escapa y escandaliza al mundo con algún acto de crueldad atroz. Cuando esto ocurre, la sociedad decide que la jaula de esa persona es demasiado débil para mantener la bestia y, temiendo que cunda el ejemplo, si la dejan escapar impunemente, se apresuran a destruir a los dos, al ser humano y a la bestia.
Hay que añadir aquí que la bestia no se destruye con la muerte del cuerpo que le servía de jaula. Sigue vagando por ahí sin ser vista, libre ya de su jaula de carne, libre para entrar en el corazón de todo aquél que le de cobijo temporal y a quien empujará para cometer las fechorías que ama. Si la gente en general fuera consciente del grado en el que esto ocurre, no tendría tanta prisa por matar a los que cometen crímenes atroces, ni a sus enemigos personales tampoco. Esto es lo que pasa en tiempos normales. Pero en épocas de guerra todo es distinto. «Saqueadlo todo y soltad los perros de la guerra» no es ninguna metáfora poética. Las fieras internas quedan sueltas. Todo cuanto se consideraba antes como algo pecaminoso y prohibido se ve fomentado ahora en servicio del estado. El odio, la violencia, la ferocidad, la crueldad y todas las variedades de las astucias engañosas se convierten en virtudes si van dirigidas contra el «enemigo». Incluso los que estaban al margen del conflicto se sienten
contagiados y, tomando partido, dan rienda suelta a su bestia con la imaginación.
Así se van sucediendo los períodos de guerra y paz a lo largo de los siglos. No voy a negar que en ciertas circunstancias la violencia abierta y externa de la resistencia armada pueda no ser el menor de dos males, porque, en la situación actual de la humanidad, la alternativa muchas veces es una violencia de pensamiento y sentimiento, una cavilación obsesiva sobre el odio y la venganza que es mucho peor que la lucha externa. Pero la violencia nunca acaba con la violencia. Mientras alimentemos la bestia que llevamos en el corazón con pensamientos llenos de deseo que son su sangre vital, esta bestia irá apareciendo de vez en cuando y las guerras periódicas serán inevitables.
La única manera de conseguir una paz verdadera es controlando esas bestias internas. Nosotros, que las hemos creado, porque han nacido de nuestra propia carne, hemos de debilitarlas dejándolas sin comer, tenemos que reabsorberlas en nuestro yo consciente del cual las hemos desterrado, y finalmente hemos de transmutar su substancia con la alquimia del espíritu. Y eso es el yoga: sólo en el yoga está la paz. «El mundo no es sino nuestros pensamientos; por esto cada uno de nosotros deberíamos limpiarlos esmeradamente. Somos según lo que pensamos; este es el secreto eterno» (Maitri Upanishad). Los que quieren la paz y odian la guerra tienen que prestar más atención a sus
pensamientos y fantasías que en tiempos normales. Cada pensamiento de gozo ante la noticia de la destrucción del «enemigo» (como si los seres humanos tuvieran algún enemigo excepto en su interior), cada idea depresiva ante «nuestras propias» derrotas, cada latido de más por los actos bélicos en general es una traición a la causa de la humanidad. Los que tienen la suerte de no estar en contacto directo con la lucha tienen la magnífica oportunidad de cumplir con un deber sagrado. Si no consiguen hacer cumplirlo para producir la paz en esa parte de la psique del mundo con la cual están en contacto, es decir, en su propio corazón, por encima de todo, si hacen activamente un mal uso de esa oportunidad y dejan suelta a su bestia con fantasías solidarias, entonces son unos traidores secretos a la humanidad. Como tales, quedarán atrapados dentro de la red del karma que están tejiendo, una red que, invariablemente, hará que, en el siguiente conflicto que se produzca, caiga sobre ellos el pesado fardo del sufrimiento. De todos ellos puede decirse que aquél que tome la espada con el pensamiento y la fantasía perecerá con la espada verdadera.
Esta es la gran responsabilidad que cae sobre todos nosotros y especialmente sobre todos los que, por su distancia de la lucha física, tienen la oportunidad de luchar con sus pasiones con cierto grado de desapego, contribuyendo a la disminución real de las llamas del odio y del mal en este mundo.
Nadie puede evadirse, porque toda la vida es una. Igual que el dedo meñique no escapa a la fiebre que se apodera de todo el cuerpo, tampoco nadie puede escapar de la interrelación que existe en toda la vida. Tanto el objetor de conciencia, como el pacifista o el sannyasi que renuncia al mundo, ninguno de nosotros puede evadir la parte de responsabilidad que nos corresponde en un estado de cosas que nuestros propios pensamientos han contribuido a crear; porque ni la distancia geográfica ni ningún decreto gubernamental de neutralidad, ni el rechazo personal a llevar armas puede aislar una parte del todo en el que esa parte está enraizada.
Es en los mundos internos del deseo donde se originan las guerras y a
partir de esos mundos internos se van manteniendo. Lo que percibimos como una guerra en el físico no es sino la sombra de esas luchas internas, un espectáculo fantasmagórico de acontecimientos que ya han tenido lugar en el mundo interno, cenizas muertas que señalan el sendero destructivo del incendio del bosque, la estela turbulenta e inalterable de un barco cuya proa surca los mares hasta lejanos confines.
Tanto en la guerra como en la paz vivimos en un mundo de sombras proyectadas por acontecimientos que denominamos «futuro», porque no los vemos cuando suceden realmente, y sólo los conocemos al encontrarnos con la estela que dejan en este plano. Las palabras de Sri Krishna pronunciadas antes de la batalla de Kurukshetra «por Mí todos han sido ya derrotados» no se refieren a ninguna cruel predestinación divina, sino a este mismo hecho, y se pueden aplicar tanto a las personas cuyo cuerpo perecerá el año próximo año como a los que lucharon en la guerra anterior.
Hasta que no comprendamos y nos enfrentemos a este hecho básico, las guerras serán inevitables. Luchando en la estela de las aguas turbulentas que hemos creado, luchando con las sombras que hemos proyectado, continuaremos llorando contra un Destino hostil y malévolo o, de manera más sumisa, rogaremos a Dios para que nos salve.
Pero los rezos y los llantos son igualmente inútiles: «Ni es en las regiones aéreas, ni en las profundidades de los océanos; ni en las cavernas de las montañas, ni en ningún punto de la tierra, existe un lugar donde el hombre pueda escapar del fruto de sus malas acciones». En los mundos internos hemos creado la guerra: en esos mismos mundos internos hemos de crear la paz, porque: «La mente es la precursora de todas las cosas, y con la mente se hacen todas las cosas. A todo aquél que, con una mente llena de deseo, piense o actúe mal, le seguirá el dolor como sigue la rueda al pie del buey.» (Dhammapada).

(American Theosophist, Febrero 1986)

Calumnias Rectificadas

Por Radha Burnier

The Theosophist Sept-1986

Siempre, desde que Richard Hodgson de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas produjo su informe “denunciando” a Madame Blavatsky, ha habido gente incluso escritores supuestamente serios, que han tragado entero el resultado de las así llamadas investigaciones, las cuales no fueron más que alegatos prejuiciosos.
La palabra impresa tiene sobre la gente un efecto extraordinariamente hipnótico, incluso en personas que parecen inteligentes pero son incapaces de analizar las palabras de los que pretenden ser investigadores, académicos, eruditos o expertos.
Cuando una opinión en particular ha sido propuesta por alguna de esas personas y se ha impreso, se vuelve en cierta medida “autorizada”. Cuando se escribe otro libro y se cita algo de esa obra “autorizada”, o se aprueban las declaraciones hechas en ella, eso tiende a volverla doblemente autorizada. Cuando más y más se escribe parece como si los hechos hubieran quedado establecidos fuera de toda duda, aunque los pronunciamientos originales puedan haber sido errados, falsos o elaborados por una mente prejuiciado. Es como una hilación de deducciones lógicas basadas en una premisa falsa. Si las premisas son falsas, aunque pueda haber lógica en las deducciones posteriores, no tienen ninguna validez y son como una estructura edificada sin cimientos.
Los alegatos hechos contra Madame Blavatsky han sido repetidos una y otra vez sin un examen imparcial del informe de Hodgson. Solamente dentro de la Sociedad Teosófica se rechazó ese informe, porque se examinaron y se comprendieron una cantidad de hechos obvios acerca del carácter de los Coulomb (en quienes Hodgson confió) y otros puntos.
Al fin ahora el Dr. Vernon Harrison, un experto en falsificaciones y anterior Gerente de Investigación de Thomas de la Rue, ha hecho un re-examen de las supuestas pruebas. Un reciente comunicado a la prensa de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas en Inglaterra, da esta información y menciona también que la revista de esta Sociedad correspondiente a Abril de 1986 incluye una enérgica descalificación del calumnioso informe Hodgson de 1885. Muestra que Hodgson estaba lleno de prejuicios e inclinado a ver todas las cosas desde el punto de vista de sus propios sesgos. Por eso le pareció a él que las cartas que habían puesto en sus manos los enfadados Coulombs, quienes habían sido expulsados de la Sociedad Teosófica en Adyar por falta de honradez, eran genuinas y probaban que H.P.B. era una farsante. Igualmente saltó con presteza a la conclusión de que las cartas de los Mahatmas eran producciones espurias de H.P.B.
El examen que el Dr. Harrison hizo de los manuscritos presentados como pruebas en el informe Hodgson, lo llevó a la conclusión de que la evidencia “es tan débil, parcial y confusa que con la misma facilidad mostraría que Madame Blavatsky escribió la novela de Huckleberry Finn o que el presidente Eisenhower escribió las cartas de los Maestros”.
La verdad tiene un poder que no pueden debilitar ni los prejuicios ni las animosidades o ataques. La verdad en los escritos de H.P.B. no puede menos que emerger triunfante, justificada tarde o temprano por una mayor comprensión y una penetración más honda de la mente humana.
Las frases usadas por el Dr. Harrison podrían aplicarse igualmente bien en otros casos en que toda posible pieza de evidencia se ha utilizado para ennegrecer los blancos de ataque y se ha pasado por alto toda evidencia en su favor. Durante décadas C.W. Leadbeater ha sido víctima de acusaciones de inmoralidad lanzadas contra él sin examinar todos los hechos. Sus actividades y sus escritos, que han sido muy influyentes, molestan a cierta gente que nos los mira favorablemente. Como la parcialidad contra él es fuerte, se pasan por alto las evidencias a favor de su honestidad y buen carácter, mientras toda clase de cuentos difamatorios han sido repetidos como un ungüento que alivia las irritaciones de sus críticos, más bien que como exposiciones de hechos.
Entre los íntimos asociados de Leadbeater estuvieron el profesor Ernest Wood y el Ingeniero R. Balfour Clarke. Ambos pasaron años en su compañía observándolo en su trabajo y permaneciendo con él noche y día. Balfour Clarke categóricamente afirmaba a cualquiera que le preguntara, incluso a mí misma, que él nunca encontró ninguna evidencia de comportamiento inmoral en C.W. Leadbeater.
Ernest Wood no dejó de criticar a Leadbeater a quién le sirvió como secretario y ayudante personal por varios años. Entre sus papeles se encontró el siguiente que fue impreso en el número de Agosto de 1979 de The Theosophist, con una nota introductoria del entonces presidente N. Sri Ram:
“El obispo Leadbeater fue lo que yo llamo un gran hombre, con lo cual indico que ek deseo que consumía su vida era el bienestar de la humanidad. Ningún placer personal dejaba él que interfiriera con ello. Estaba, de eso estoy seguro, libre de la pasión sexual y de los intereses por los cuales fue acusado por personas sin suficiente discernimiento. Pero siendo hombre de gran valor, de criterio independiente, de fraternidad sin falla y de amor por la libertad personal, en los días de su juventud trató los problemas sexuales de otros conforme a su propio saber y entender. Sus virtudes eran esencialmente las de un clérigo aldeano del mejor tipo. Por tanto él no trataba de atraer grandes multitudes, sino trabajaba con pequeños grupos en los que su afecto podría tener pleno efecto, y bajo la creencia de que el bien que pudiera hacer allá se difundiría.
El segundo interés de él era por el conocimiento. Esto mostró una actitud definidamente científica, con lo cual quiero decir que era muy cuidadoso de los detalles y emprendía sus investigaciones con la idea de encontrar hechos y no la de confirmar ideas preconcebidas. Llamo a esto su ‘segundo interés’ porque generalmente él estaba dispuesto a demorar o dejar a un lado este trabajo ante una ocasión de ayudar a jóvenes o a sus grupos personales.”
Los jueces británicos ante quienes Annie Besant arguyó por la custodia del joven Krishnamurti y su hermano Nityananda estaban altamente prejuiciados contra ella y sus colegas, incluso Leadbeater, pues no podían comprender que una mujer inglesa estuviera del lado de los Indios en su exigencia de Gobierno propio. Los abogados que se opusieron a ella, admitieron más tarde que tuvieron éxito contra ella únicamente porque los jueces estaban prejuiciados desde el comienzo. Pero incluso estos mismos jueces los exoneraron de los mismos cargos de inmoralidad que todavía lanzan contra él ciertas personas. Más tarde en Sydney, cuando hubo más intentos por implicarlo, la investigación policial no encontró evidencia alguna de culpa.
Es mucho más fácil repetir alegatos y citar lo que otros dicen, que ser imparcial. Es también más fácil, evidentemente, condenar faltas y fracasos, que ser amables y apreciativos de lo bueno en otros. Criticar las ideas y escritos de una persona, en términos objetivos, aunque sea con mucha fuerza, es indudablemente legítimo y hasta a veces deseable, como lo es oponerse a líneas particulares de actividad. Pero la difamación del carácter de una persona meramente anula la credibilidad de los críticos que apelan a ello.

H. P. Blavatsky y la Astrología

por Jutta K. Lehmann

Publicado en “Sophia” Julio-Agosto 1997


Trataremos este tema centrándonos en cuatro aspectos importantes:
1.-Los orígenes de la astrología.
2.-La astrología como ciencia.
3.-La condición del astrólogo.
4.-Las respuestas de H.P.B. al criticismo general
(DS significa La Doctrina Secreta y CW Collected Writings)

Los orígenes de la Astrología.
La creencia en la astrología está profundamente anclada en el sistema filosófico de H.P.B. basado en su conocimiento y sus convicciones sobre los orígenes del zodíaco. En los vol. I y II de su obra principal, La Doctrina Secreta, establece que los orígenes zodiacales se remontan a la época atlante. La Atlántida (que ella acepta como un hecho histórico) es también la cuna del más renombrado de todos los astrólogos, conocido con el nombre sánscrito de Asuramaya, quien, incidentalmente, fue también el más importante de los astrónomos y magos. “La cronología y cómputos de los iniciados brahmines se basan en los registros zodiacales de la India y en las obras de…Asuramaya” (DS, II, 49)
Ya en el vol. I DS, H.P.B. entra en cálculos elaborados para demostrar que los descubrimientos de los astrónomos hindúes (que en esa época eran también astrólogos) fueron los precursores de los de Grecia. Ataca a los científicos de su tiempo por ser incompetentes a la hora de juzgar los verdaderos orígenes y antigüedad del zodíaco. Esto requería mucho valor en los días álgidos de los misioneros cristianos en la India, que consideraban a los hindúes como bárbaros necesitados de la luz de Jesús. No nos sorprenderá el hecho de que su afirmación de que los hindúes realmente sabían mucho más de nuestro cosmos y eran mucho mejores astrónomos que los de occidente, y de que incluso influyeron nuestro pensamiento en estos temas, no fuera muy bien recibida.
La India y Egipto eran considerados por H.P.B. como santuarios de esta antigua sabiduría sobre las estrellas y el universo. Restos de estos principios, señala, son reconocibles en los días de nuestra semana. Estos llevan el nombre de los dioses planetarios de los caldeos, que, según afirma, los tradujeron de los de los arios.
H. P .B. sugiere en sus escritos que hemos perdido el conocimiento de los verdaderos orígenes de la astrología con sus raíces esotéricas. Dice: “La clave del ceremonial o astrología ritualista, con el terafim y el urim y el thumim de la Magia, se ha perdido para Europa. Por esto nuestro siglo de Materialismo se encoge de hombros y ve en la astrología algo falso” (CW, XIV, 352)
También hemos perdido la conexión (que ella veía) entre la astrología y la Kabala judía, y que ella, por falta de tiempo, no pudo explorar en su totalidad. Además, sostiene que los astrólogos modernos, distintos a los que son también estudiantes de lo oculto, han perdido la comprensión original del lazo que hay entre los ciclos planetarios y los antiguos ciclos cósmicos de la filosofía hindú, como los yugas, manvantaras etc.
(CW III, 194)
La Astrología como Ciencia.
Blavatsky considera el ocultismo, que incluye la astrología, como altamente científico, porque conoce y aplica las leyes de la Naturaleza, no sólo las que ya son conocidas por los científicos del siglo diecinueve sino también aquellas leyes secretas ocultas con las que los científicos están todavía lidiando hoy en día. Su noción de la ciencia, enraizada como estaba en la tradición hermética, es así radicalmente distinta a la de los descubrimientos posteriores de la ciencia en el mundo moderno. La “nueva ciencia” del Renacimiento tuvo que romper con sus raíces ocultas espirituales ante la feroz oposición de la iglesia católica y gradualmente adoptó una existencia materialista puramente abstracta. Por contraste, Blavatsky defiende su caso desde una antigua tradición oculta que siempre incluía la astrología. Además, afirma que la astrología cumple todos los requisitos para llamarse ciencia. Escribe, por ejemplo:
“Sin embargo, ya sea antigua o moderna, las dos pueden llamarse ciencias exactas; porque si el astrónomo de hoy en día saca sus observaciones de cálculos matemáticos, el astrólogo de la antigüedad también basaba sus pronósticos en observaciones no menos agudas y matemáticamente correctas de los ciclos recurrentes. Y, como ahora el secreto de esta ciencia se ha perdido, ¿es eso una garantía para decir que no existió nunca?” (CW, 11,419)
La astrología y la alquimia son el corazón y el alma de las ciencias modernas de la astronomía y la química, y “mientras no se reconozca esta verdad, la astronomía y la química seguirán girando en un círculo vicioso y no producirán nada más allá de la materialidad” (CW, VIII, 79). Así, para ella, la astrología no sólo incorpora los principios matemáticos de la astronomía sino que va más allá de los cálculos matemáticos abstractos sobre la naturaleza material de las estrellas, sus distancias respecto a nosotros, etc., para dar un significado espiritual. Por esto ella siente que la astrología complementa a la astronomía, de la misma manera que la psicología complementa a la fisiología. A través de su uso científico de cálculos matemáticos, la astrología puede explicar qué causa producirá una combinación específica determinada de efectos, y puede ayudarnos, por ejemplo, en nuestra elección de una encarnación futura (otro principio de creencia).
Según H.P.B., la carta astral de una persona, con las posiciones planetarias de su nacimiento, es así “el resultado agregado de las causas ya producidas”
(CW, VI, 229). En otras palabras, muestra la suma total de k arma acumulado durante las encarnaciones pasadas. Para el astrólogo oculto iniciado, esta información es la clave para predecir el futuro. Blavatsky también nos dice que ella piensa que la influencia planetaria funciona, específicamente, a través de las afinidades y atracciones magnéticas de los cuerpos planetarios. La persona se sitúa en una relación magnética particular como resultado del karma acumulado (acciones morales positivas y negativas) en el pasado.
Esto también proporciona la base de la distinción que hace entre la astrología esotérica y la exotérica. Esta última es la influencia de los planetas físicos sobre el lado físico y material de la vida, mientras que la astrología esotérica trata de las influencias sobre las facultades mentales, psíquicas y espirituales. Estas facultades no están gobernadas por los planetas físicos sino por sus dirigentes espirituales, por las fuerzas que hay detrás del funcionamiento de los planetas.
También menciona diferencias entre los dos tipos de astrología con respeto a la dirección sobre las partes del cuerpo.
Estas y otras distinciones también conducen, naturalmente, a distintas interpretaciones, por ejemplo, con respeto a las deducciones sobre el karma pasado.
Considera que la astrología practicada durante su vida es una mezcla de la esotérica y la exotérica. (CW, XII, 537)
Para Blavatsky, una carta astral natal puede solamente indicar tendencias individuales; las influencias no hacen más que predisponer al individuo a adoptar un curso de acción particular que se corresponda con sus efectos kármicos.
Escribe:
“Los astros no causan nuestra buena o mala suerte, sino que simplemente indican lo mismo” (CW, III, 192). Los astros no determinan nuestro destino, sino que más bien indican el futuro más probable. El fatalismo, por otra parte, implica el curso ciego de algún poder todavía más ciego y el hombre es un agente libre durante su permanencia en la tierra. No puede escapar a su Destino dirigente, pero tiene la elección de dos caminos que le llevan en esa dirección y puede alcanzar el objetivo de la desgracia…Los que creen en el Karma tienen que creer en el destino que, desde el nacimiento a la muerte, cada hombre se va tejiendo…Cuanto se ha tejido la última hebra y el hombre aparentemente queda atrapado en la red de su propia fabricación, entonces se encuentra completamente bajo el imperio de su destino auto creado. (DS, 1,639)
Para que la astrología pueda equipararse de una manera verdaderamente científica a la astronomía, Blavatsky pone la condición “de que sus intérpretes tienen que ser igualmente infalibles; y es esta condición, sine qua non, tan difícil de cumplir, ¡la que ha sido siempre el problema de las dos!”. El que los astrólogos no sean todos infalibles no convierte a la astrología en sí en algo defectuoso. La medicina no se juzga a través de las numerosas imperfecciones de sus doctores.
La Condición del Astrólogo.
El astrólogo medio de su época distaba mucho del ideal de Blavatsky. Ella quería que el astrólogo tuviera una base firme en ocultismo, porque esto le daba acceso a los significados más profundos.
El astrólogo debería, por consiguiente, ser un maestro de la astrología esotérica como la misma Blavatsky. Ella lamenta el hecho de que, en su mayoría, los astrólogos hayan perdido este conocimiento, no tengan una buena preparación y, corrientemente, sean unos charlatanes. (CW, IV, 302)
Hay otras condiciones ligadas a los que desean llegar a ese nivel. “Un hombre tiene que ser un psicólogo y un filósofo antes de poder convertirse en un perfecto astrólogo y comprender correctamente la gran Ley de la Compasión Universal. No sólo la astrología sino el magnetismo, la teosofía y todas las ciencias ocultas, especialmente la de la atracción y repulsión”, de otro modo le considera superficial (CW, III, 192). El astrólogo ideal de Blavatsky se parece, así, al hombre sabio de la antigüedad que ha penetrado en los misterios más profundos de la humanidad y del universo, y su modelo era Asuramaya. Este listón tan alto no era para disuadir a la gente de dedicarse a esta ingente tarea, sino más bien para hacerles más humildes en su práctica. Sin embargo, mientras que muchos astrólogos modernos pueden haber perdido de vista este conocimiento esotérico, H.P .B. sigue considerándolo como una disciplina digna de ponerla en práctica.

Respuestas de HPB a las críticas habituales.
Una objeción corriente en su época era la de que la astrología no tiene base, porque sus orígenes son desconocidos.
H.P.B. contradice estas críticas remontándose a la Atlántida. Sin embargo, aunque sus orígenes no puedan documentarse plenamente, afirma que las predicciones pueden seguir haciéndose sobre la base de los acontecimientos cíclicos, que pueden calcularse mediante principios matemáticos básicos. La interpretación de estos datos está basada
en antiguas observaciones que “registraban la recurrencia de estos hechos en su hora y día, durante un período que abarcaba cientos de miles de años, y las conjunciones de las mismas constelaciones tienen que producir necesariamente, si no exactamente, los mismos efectos, o en cualquier caso, efectos similares”. (DS, I, 646)
Otra crítica habitual es la de que es fatalista. Blavatsky aduce: “Es solamente porque esa humanidad ha cerrado siempre sus ojos a la gran verdad de que el hombre mismo es tanto su propio salvador como su propio destructor, y que no necesita acusar al Cielo ni a los dioses, Hados y Providencia, de la injusticia aparente que reina en medio de la humanidad” (DS, I, 644). Entiende que nuestras condiciones físicas y espirituales en esta vida son los efectos de nuestras propias acciones pasadas que se extienden a encarnaciones previas. Así, no deberíamos culpar a los planetas de nuestra carta astral natal, sino más bien aceptar la responsabilidad de una vida que hemos creado a través de nuestra propia acción.
Contradice las objeciones de los astrónomos, afirmando que la astronomía no es más que la hermana pequeña de la astrología, y que trata de ignorar sus raíces reduciendo la astrología “a la posición de la Cenicienta en la morada de la Ciencia”. (CW, VI, 347).
La astrología ha sido apartada a un lado y ridiculizada por la ciencia moderna durante los últimos siglos. Sin embargo, Blavatsky prevé el tiempo en el que esta verdadera ciencia vuelva a recibir la atención que merece, permitiéndole así triunfar sobre estos distintos alegatos.
The Theosophist, marzo 1997

La Fraternidad es un hecho en la Naturaleza

Las Cartas de los Maestros dicen que en el imperio de la Naturaleza todas las cosas están ligadas por simpatía magnética; por consiguiente hay una conexión incluso entre una estrella distante y un hombre o una mujer en esta tierra. Esta enorme extensión de relaciones, tal vez ilimitada, es la base para la declaración de que la fraternidad es un hecho en la Naturaleza. Nosotros no tenemos que inventar la fraternidad o creer en ella; sólo tenemos que reconocer que el cosmos mismo está ligado por hilos sutiles de simpatía magnética. Por tal reconocimiento espontáneamente llegamos a estar más y más llenos con el espíritu de fraternidad, lo cual significa que siempre hay líneas de comunicación entre todas las cosas.

Si existen estos inextricables lazos, la simpatía magnética no es obviamente un manifiesto acto perceptible. Es un movimiento desde dentro, del ser reconociendo al ser, de la vida universal siendo consciente de su foco en el ser de uno mismo, como también en todo lo que existe. Hay una comunicación natural entre todas estas cosas. La Naturaleza no sólo existe en la dimensión física, sino también en los niveles densos, sutiles y espirituales. En realidad, en las enormes profundidades de la Naturaleza en todas partes, la comunicación no es muy clara en los niveles inferiores, pero hay constante unidad y amor en los niveles más profundos.

Esa comunicación se obstruye por nuestras actividades mentales, por los prejuicios y condicionamientos que permitimos que dominen en nuestra conciencia en este nivel inferior. Parece como si, aun a través de la ciencia, haya vislumbres de este sistema de intercomunicación de todo lo que existe, pero sólo son conocidos pequeños indicios, por ejemplo, que los árboles se comunican unos con otros de alguna manera misteriosa.

Si un bosquecillo de árboles es afectado por una plaga, el árbol, naturalmente, trata de quitársela de encima, pues de otra manera puede ser destruido. Pero el bosquecillo puede aparentemente comunicarse con otro bosquecillo en alguna otra parte. Hace unos pocos años, grandes olmos, que son muy bellos, fueron todos afectados por alguna clase de enfermedad, pero de manera misteriosa dieron aviso a otros árboles, de tal manera que los árboles desarrollaron señales que pudieron prevenir que la plaga llegara a tener mucho éxito. Sabemos que en Adyar, árboles neem fueron afectados por alguna enfermedad extraña, las hojas se fueron secando, y algunos neems murieron. Pero de alguna manera se las arreglaron para poner fin a la calamidad, tal vez por un sistema de comunicación. Oímos de unas pocas fuentes científicas que los árboles parecen ser capaces de comunicarse unos con otros.

Las investigaciones de Rupert Sheldrake, y posiblemente de algunos otros, han demostrado que hay comunicación entre criaturas a un nivel desconocido. Los seres humanos imaginan que porque otras criaturas no hablan nuestro lenguaje, no pueden comunicarse; a lo mejor tienen una clase primitiva de comunicación. Por ejemplo hemos leído que cuando los conejos llegan a estar conscientes de peligro, golpean la tierra con sus colas de una manera particular, que hace que otros conejos sepan que allí hay peligro. Sus métodos ‘primitivos’ de comunicación son claros a través de cambios en su voz, etc. Pero parece haber algo más importante que eso. En un complicado laberinto ciertas ratas aprendieron a abrir y cerrar una puerta, y ratas en el cuarto contiguo comprendieron. Cómo comprendieron es imposible de decir. Sheldrake también ha escrito acerca de perros y gatos que saben a distancia cuando su dueño está regresando. Uno puede decir que esto es telepatía, pero la telepatía es también uno de los medios de comunicación.
Por medio del diálogo Socrático, de los diálogos del Buda, y un número de otros en los Upanishads, en la literatura China, en el pensamiento Taoísta, etc., maestros estuvieron tratando, para comunicar, de estimular la capacidad oculta en sus oyentes, la gente con quien estuvieron hablando. Comunicación no significa simplemente hablar. Nosotros pensamos que si decimos algo, eso es comunicación. Puede no serlo, porque la persona con la cual estamos hablando puede no estar abierta a lo que decimos; nosotros cerramos, creamos una barrera entre nuestro propio ser y los seres de otros. Pero el poder para comunicar significa tener un fluyente camino de doble vía de intuiciones, comprensión y apreciación. Todo esto puede también ser bloqueado. De tal manera que estos maestros fueron muy conscientes de que no estaban diciendo cosas a la gente, sino entrando en una forma de comunicación que pudiera ayudar a otros para ver por sí mismos. Este fue todo el propósito del diálogo real. La comunicación no es siempre verbal. La comunicación verbal es necesaria en este mundo en alguna medida, pero muchos de nosotros usamos palabras equivocadas, hablamos demasiado y nos salimos del tema, o sentimos una cierta resistencia. Con resistencia la comunicación es imposible porque nuestra condición interna anula lo que intentamos comunicar. Por consiguiente, es importante examinar qué hace efectiva a la comunicación en el nivel externo como también en los niveles más sutiles y más profundos de la existencia.

Radha Burnier
The Theosophist Agosto 2008

El Descubrimiento Revolucionario de la Teosofía


EL DESCUBRIMIENTO REVOLUCIONARIO
DE LA TEOSOFÍA

GEOFFREY HODSON
Theosophy in New Zealand, Sept. 1980.

Si podemos descubrir cómo ser felices como Miembros de la Sociedad Teosófica, sabremos ser felices en todas las faces de nuestra vida. El valor de la Teosofía puede juzgarlo el mundo por la vida, el carácter, las maneras de los teósofos. La jovialidad inteligente produce una radiación natural de simpatía. El Teósofo ideal debiera ser un individuo internamente feliz, para quien el hecho mismo de existir es una inspiración y un gozo, para quien la belleza de la naturaleza y la camaradería de los hombres son una fuente infalible de felicidad.
El descubrimiento interno de la Teosofía puede traer consigo una gran felicidad para miembros que pueden haber pasado por dificultades tales como oscuridad espiritual, la angustia mental, la desilusión, la búsqueda infructuosa de la verdad, y las adversidades kármicas. Este descubrimiento que soluciona los problemas del vivir, puede en consecuencia ser un maravilloso aliento.
Generalmente puede ser un re-descubrimiento y a la vez como un estallido solar interno, después del cual comienzan a perder su poder opresivo las adversidades kármicas y a disiparse las nubes espirituales y mentales. Ese primer re-descubrimiento de la Teosofía puede ser para muchos una experiencia inolvidable. Después de él podrá venir una prolongada fiesta intelectual y espiritual. Los principios básicos iluminan el intelecto y resuelven lógicamente problemas hasta entonces insolubles. La desesperanza se desvanece al nacer la esperanza, y el sentimiento de caos es reemplazado por el descubrimiento del orden.
Enseñanzas ocultas revelan las maravillas de la Naturaleza visible e invisible. El futuro se abre con todas sus infinitas posibilidades. Se realiza el poder interno para triunfar. El vivir con un propósito reemplaza el mero flotar. Se restaura la dignidad. Se siente el despertar espiritual. Comienzan a gozarse las experiencias espirituales. Nuevas facultades del corazón y de la mente germinan y se expresan. El cerebro muestra signos de nueva vida intelectual y más capacidad. Se descubre la realidad de los Maestros de Sabiduría, y uno dedica su vida a Ellos y a hollar el Sendero que conduce hasta sus pies.
De todos estos modos el re-descubrimiento de la Teosofía puede producir una revolución en nuestra vida. El individuo toma la irrevocable decisión de unirse a las filas de los que aman al mundo y le sirven. Afortunados aquellos que a lo largo de todos los años siguientes conservan y transmiten a otros la felicidad interna y el entusiasmo de los primeros días teosóficos. Desdichados aquellos para quienes esa primera experiencia de gratitud, de asombro, de deleite y re-descubrimiento, esa determinación interna de coronar las alturas, se extingue y desaparece.
Esto último puede ocurrirle a cualquiera, especialmente cuando experimenta los golpes del karma adverso; pues algunas veces el Ángel del Dolor arroja su magia sobre nosotros para que nos volvamos más prudentes, más humildes y más compasivos. Desgraciadamente algunos pierden entonces el interés y renuncian. Sin embargo, muchos mantienen su afiliación a la Sociedad Teosófica y continúan exaltados por el re-descubrimiento de la Teosofía, viendo crecer firmemente su entusiasmo y gratitud a medida que pasan los años.
Semejantes afortunados han encontrado en la Teosofía una fuente inagotable de inspiración y gozo. Han entrado a una fraternidad mundial, gozan de libertad absoluta para opinar y pensar, y han descubierto completa seguridad espiritual, aquella Roca de las Edades que es la verdad eterna, y han cimentado sobre ella su morada mental y espiritual.
¿No es ésta la fuente de la felicidad interna de los Miembros de la Sociedad Teosófica? ¿Cómo puede conservarse esta felicidad, y recuperarla cuando se pierde, y compartirla con todos? La respuesta a estos interrogantes está tal vez en el aforismo “feliz el hombre que ha encontrado su tarea, su Dharma”, la cual para el Teósofo es “popularizar el conocimiento de la Teosofía” y de este modo iluminar las mentes y las vidas de otros con la Antigua Sabiduría. Practicarla y compartirla son las salvaguardias que provee el conocimiento de la Teosofía contra todos los peligros.
El mundo está pasando una gran crisis y transmontando un gran peligro: el de la esclavitud al mal. Pero otros graves peligroso lo amenazan. Veamos algunos de ellos y observemos las oportunidades que ofrecen al trabajador teosófico.
En el campo de la ciencia, existen peligros porque el hombre está éticamente impreparado para usar bien sus conocimientos adicionales, debido a que la moral va retrasada con relación al progreso científico. La única salvaguardia es la Teosofía con sus enseñanzas de la Divinidad moradora en todo cuanto existe y el carácter sacrosanto de la vida; la Unidad, y por tanto la fraternidad del hombre, y la perfección como meta por la cual deben regirse todos los propósitos espirituales.
En el campo de la educación tenemos los peligros del aturdimiento, la memorización, los castigos corporales, la masificación, el materialismo, el cinismo, el egoísmo y la complacencia de sí mismo. Las salvaguardias incluyen el conocimiento teosófico del alma inmortal evolucionante, la singularidad del hombre, su meta de perfección, el servicio a Dios y a todas sus criaturas, la educación como una vocación elevada, el reconocimiento de la juventud actual como la constructora de la civilización del mañana, y de sus mentores como los que han de prepararlos para hacer de la vida cívica la más grande de todas las carreras; el desarrollo global del carácter humano y no sólo de los aspectos mentales y físicos, y la suprema importancia de una educación Teosófica iluminadora y bien motivada.
En el campo de la política los peligros incluyen el abuso de poder, la corrupción y los intereses clasistas de preferencia al bienestar nacional. Las salvaguardias consisten en reconocer la fraternidad humana, el verdadero idealismo en el cumplimiento de los cargos públicos; escuelas y universidades donde se entrenen hombres y mujeres para el servicio cívico; enseñar a los niños y adolescentes a ver en la vida cívica la más grande de todas las carreras para contribuir al bienestar humano en lo nacional y en lo internacional.
En el campo de la religión, los peligros incluyen la desunión entre las distintas fées mundiales, y, dentro de las religiones ortodoxas, el formalismo, la casta sacerdotal, y la dependencia en observancias externas únicamente. Las salvaguardias son: unidad en religión; un Parlamento de Religiones Mundiales dedicado a la iluminación y salvación individual con reducción del temor, y una interpretación filosófica y mística de las Escrituras de todas las Religiones.
Tales son ciertos campos maravillosos que están listos para ser administrados Teosóficamente, y que urgentemente necesitan ese tipo de administración y guía.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Teosofía: un acercamiento a lo indefinible

La pregunta por el significado de la Teosofía es una constante para el Teósofo que tiene bien claro que no es sólo por lecturas, ni por enseñanzas, ni por inyecciones que puede develar el misterio de la Sabiduría Divina que reside en su Ser. Mucho más cuando se da cuenta de la naturaleza inefable de la misma y que sólo por la búsqueda incesante en su propio Ser puede alcanzar vislumbres de lo que ésta es.
Superado el intelectualismo, puesto en perspectiva el conocimiento libresco y comprendido el papel de la especulación discursiva el estudiante se dispone al descubrimiento de su eldorado interno, la fuente inagotable de riqueza espiritual hacia la que siempre podrá remitirse en función de la verdad.
Aunque los métodos tradicionales de acceso al conocimiento siguen siendo instrumentos importantes, ahora su búsqueda va mucho más allá. Le interesa el desarrollo de sus propios instrumentos de observación, los internos, los mismos usados a través de las edades por los sabios ocultistas portadores de la Antorcha de la Sabiduría Divina, que de cuando en cuando, especialmente en los tiempos de excesivo materialismo, dejan ver Su fulgurante llama a la obnubilada humanidad.
Se nos ha dicho abiertamente que no hay una única definición de Teosofía. De este modo se ha resaltado la naturaleza inefable de lo que el término expresa. La Teosofía debe ser aprehendida por experiencia o realización espiritual porque su esencia pertenece a lo más profundo del Hombre. Sin embargo, prominentes Teósofos han expresado su propia comprensión al respecto y han aportado sus propias definiciones, contribuyendo a dar luz a quienes aún nos cuesta demasiado ver por nosotros mismos en nuestro interior, porque apenas estamos reconociendo nuestra divinidad. Estas definiciones personales no son más que el reflejo de la comprensión de quienes las concibieron, es así como debemos tomarlas. Su contribución es importante porque nos sirven como punto de partida para emprender el camino de la propia comprobación.
La asimilación de la Teosofía como Sabiduría Divina, según su etimología, es un buen punto de partida, desde el punto de vista analítico, pero así como aporta ideas también puede confundir. ¿Hablamos de Sabiduría Divina como la “poseída” por Dios como Absoluto? ¿Es la de algún Dios
en particular? ¿Quiénes la conocen y cómo la recibieron, (si hay quienes la posean)? ¿Es la Teosofía un sistema de verdades conceptuales superior a todas las demás verdades de ese tipo ya que se dice que es divina? ¿Es un sistema de verdades ya desarrollado o ya dado o es algo vivo? Responder estas preguntas llevará a más y así sucesivamente, lo que no quiere decir que no tengan respuestas satisfactorias.
Por nuestra parte nos inclinamos a repetir lo que ya se mencionó: aprehenderemos la Sabiduría Divina por la propia experiencia y agregamos, desde el punto de vista de las palabras atribuidas a uno que creemos más cercano a la fuente de la Teosofía, Jesús, que dijo que todos somos hijos del Altísimo, que haríamos cosas como las que él hizo e incluso superiores y que a todos nos está reservado “El Reino de los cielos”. Estas afirmaciones nos dan pie para pensar, mientras lo comprobamos por nosotros mismos, que el horizonte es amplio para la humanidad, pero sobretodo y tal vez lo más importante, que no estamos separados de Dios, que estamos en Su mismo seno y que Lo expresamos a la vez que somos expresión de Su mismo Ser, que es Sabiduría Pura, sólo que el cristal de nuestras almas por el cual debería resplandecer en todo su
esplendor, de translúcido ha pasado a opaco. Tal vez el acercamiento a lo indefinible consista precisamente en lograr que esa Sabiduría Pura pueda expresarse sin impedimentos mentales ni de ningún otro tipo.
Esta Sabiduría, entre cuyos ramales se puede destacar una enseñanza básica que reza en palabras llanas, que el poder reside en cada uno de los hombres, que es connatural a su propia esencia y que es dable expandirlo a niveles insospechados por el hombre cuádruple envuelto en las mieles de sus sentidos; esta Sabiduría contiene en sí los puntos de partida y los puntos de llegada, expresables claramente los primeros, bastante difusos los segundos, de ahí que una de las mejores formas de expresarla sea resaltando su carácter indefinible.
Discernido ese poder potencial no queda más que embarcarse en su liberación. De ahí que la Teosofía, como Sabiduría Divina, no de Dios, sino de los dioses, como quienes la han realizado en grado sumo en sí mismos, y el hombre como dios encadenado, con su inherente e inactivo poder, tengan todo que ver. El hombre se libera o libera su seidad gracias a la Teosofía en-sí. Es así como toma sentido aquello de “vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo”. El Altísimo es de este modo el Inefable, Absoluto, Inmutable, Principio y Fin Inconmovible de todo.
En este sentido todos los hombres se acercan al significado profundo de la Teosofía cuando se acercan a sí mismos, en búsqueda de las respuestas a las grandes preguntas de la vida simbolizadas por la esfinge egipcia. Se necesita crear la base, el punto de partida, la preparación es necesaria para emprender el camino sin senderos hacia el seno de Alá. Es en este punto que la Teosofía libresca, los consejos, los fundamentos morales de las grandes religiones y las enseñanzas de los grandes sabios hacen su contribución, trayendo al hombre a la reflexión e invitándolo a levantar la mirada, desde el fango, resultado de su pasado involutivo, hacia el edén de la vida integrada, logro de la evolución.
El teósofo empieza a acercarse a lo Indefinible cuando se da cuenta, como lo dijo Annie Besant, que cada “hombre puede obtener el conocimiento directo de Dios.” Este seguirá siendo el método de todos los sabios. El verdadero método científico, mientras la ciencia tenga que ver con la búsqueda de la verdad. No tanto la verdad fenoménica, sino aquella a la que han llamado la verdad trascendente e inmanente de la que todo deriva y a la que todo va.
A medida que el estudiante redescubre su propia infinitud se adentra en la naturaleza divina y en la sabiduría que la expresa, en la Teosofía, no conceptualmente hablando sino como aliento vital, por que en vez de permanecer atado a un sistema de ideas entrelazadas, se mueve con la vida una convirtiéndose en expresión de la misma. En esta misma dirección Radha Burnier ha expresado muy claramente que “La Teosofía no debe ser interpretada como una teoría, como una serie de conceptos”, si se hace así se desfigura su naturaleza, amarrándola al principio mental inferior negando o dejando a un lado el principio intuicional a través del cual se conecta lo inferior con lo superior y por medio del cual se empieza a recibir insights respecto a las realidades propias de la verdadera naturaleza humana, y por ende se abre la posibilidad a cada hombre de poder constatar qué tanto se está “acercando” a lo indefinible, objeto de promoción principal de este escrito.
Es posible “acercarnos” a lo indefinible mas no capturarlo. Podemos descubrirnos a nosotros mismos como expresión de tal inefabilidad y notar luego cómo desaparece paradójicamente toda distinción entre conocedor, conocimiento y cosa conocida y así toda definición será imposible porque el misterio se habrá realizado. De este modo participamos de lo que Blavatsky expresó: “Esta Sabiduría Divina era una emanación del Principio Divino…” porque nos habremos adentrado en lo más profundo de nuestro Ser enraizado indubitablemente en Ese Principio Divino.
Así pues, la Sabiduría Divina no es una emanación del principio mental, aunque a través de él descienda hasta los niveles más bajos, donde se mueve el grueso de la humanidad. Esa Teosofía que encontramos en los grandes libros morales, religiosos y esotéricos de las diversas culturas constituye la manifestación inferior, por más sublime que nos parezca, de la Gnosis inefable e indefinible. Tenemos el hilo, somos el hilo, por el cual ascender a través de Ella y por Ella, por decirlo de algún modo, hasta la fuente original, razón última de toda religión-filosofía. Logrado esto se entiende, al menos intelectualmente, el ideal de Plotino de “vivir a solas con EL SOLO”, es decir la fusión con el Innombrable, El Uno del mismo Plotino, el Aquello de los hindúes mejor definido negativamente.
En la situación del estudiante que se ha respondido la pregunta por el cómo acercarse a sus propias profundidades y por ende a la Sabiduría Eterna, que aún no está seguro de haberlo logrado, pero que se ha determinado a hacerlo con fervor y dedicación, es bueno que en esa búsqueda el estudiante realice para sí mismo que no se trata solamente de acercarse, esto es sólo un modo de decirlo, no se trata de rondar, de dar vueltas alrededor de una imagen de cosa concreta, es más bien un sumergirse, ejemplificado con la caída de la gota en el océano, más concretamente puede entenderse como el “despertar” de la mónada que siempre estuvo en el océano.
Realizar esto puede significar caminar el camino sin senderos, rodear el círculo cuyo centro está en todas partes. Acercarnos, sumergirnos, despertarnos, etc., son sólo palabras para expresar una idea: la de nuestra relación con lo Indefinible: la relación de lo múltiple con lo Uno.